La originalidad es una mentira

May 05

Desde siempre nos han vendido el cuento romántico del “genio original”. Ese ser iluminado, aislado del mundo, que una noche, en una especie de éxtasis creativo, inventa algo nunca antes visto. Spoiler: eso no existe.

Nada es completamente nuevo; todo es una reinterpretación, una recombinación de ideas y conceptos preexistentes.

Si analizamos el arte, la música, el cine o cualquier forma de expresión creativa, encontramos que todo se construye sobre lo que vino antes. Tarantino no inventó el cine de acción, tomó referencias de películas de samuráis y spaghetti westerns para crear su estilo. Steve Jobs no creó el computador personal desde la nada, sino que mejoró ideas que ya existían. La moda, la literatura, la publicidad, todo es un ciclo constante de reciclaje y reinvención.

Incluso las ideas más revolucionarias parten de un punto de inspiración. Los grandes artistas han copiado a sus predecesores, los escritores han tomado elementos de otras historias y los científicos han basado sus hallazgos en investigaciones previas. En estos tiempos, donde el acceso a la información es instantáneo, la intertextualidad y la mezcla de influencias son más evidentes que nunca.

Uno de los mayores bloqueos creativos es la presión por ser "original". Muchas veces, esta búsqueda solo genera miedo y parálisis. En lugar de enfocarnos en lo nuevo, deberíamos concentrarnos en lo auténtico. Lo que hace valiosa una idea no es su aparente novedad, sino la forma en que se ejecuta y cómo conecta con la audiencia.

Aceptar que la originalidad absoluta es un mito no significa resignarse a copiar sin sentido. La clave está en combinar, transformar y darle un nuevo significado a lo que ya existe. La creatividad surge de la capacidad de ver patrones en lo familiar y adaptarlos a nuevas circunstancias.

La originalidad es, en realidad, un remix bien hecho. En lugar de obsesionarnos con crear algo sin precedentes, deberíamos enfocarnos en aportar nuestra visión única a las ideas que nos rodean. Porque, al final, lo que hace que algo destaque no es que sea completamente nuevo, sino que se sienta fresco, relevante y poderoso.